Los protagonistas pasan, las instituciones permanecen. Esta sentencia queda bien evidente al asomarseal balcón del tiempo para celebrar los 150 años del Colegio SAFA-San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa María y leer la historia de esta institución, que tenemos entre manos.
La institución permanece con su quehacer a pesar de tantos avatares como en este siglo y medio han sucedido. Avatares políticos que, como en la gaditana gloriosa revolución de 1868 llevan al cierre del colegio; hecho que se repite en 1932, con las contradicción internas de una república que proclama libertad, pero que en un artículo de su constitución ¡nada menos! prohíbe la Compañía de Jesús; avatares religiosos en los que un concilio ha cambiado tanto las formas de piedad y de cultivo de la fe; avatares sociales, en fin, que de aquella sociedad tan de clases del siglo XIX, o tan autoritaria después de una guerra civil, nos han traído a este principio del siglo XXI, a una sociedad democrática y plural, mucho más interclasista y tolerante.
Impresiona ver cómo van pasando tantos protagonistas tejiendo la vida, actuando en la historia, impartiendo o adquiriendo cultura, sembrando o clarificando la fe alrededor de la institución educativa colegio SAFA San Luis de El Puerto de Santa María.
Y uno quiere pensar que la sociedad no ha evolucionado a mejor por meros avatares, sino que ha ido a mejor porque hay personas que la empujan. Evoluciona, es verdad, en zig-zag, no linealmente, incluso con periodos traumáticos, pero evoluciona gracias a las personas que van dejando su vida a girones tratando de dar cultura y promocionando a las nuevas generaciones. Una institución educativa es actor principal de esta marcha hacia delante de una sociedad que evoluciona pero es a la vez ella misma, cambiada y transformada.
De un legítimo interés de las clases acomodadas por una educación de calidad surge una institución educativa que va pasando, a través del tiempo, de régimen de internado a casa de formación de jesuitas, a una escuela de oficios, de niveles de pago a escuela gratuita… termina en un colegio abierto a todos, ofreciendo formación de calidad para toda clase de familias y para toda edad y nivel de formación. Y la institución, evolucionando, empujada por muchos sigue, y permanece.
Y sin embargo, los protagonistas pasan. Protagonistas de esta historia han sido los benefactores de primar hora que empeñaron sus personas y su dinero para que la Compañía de Jesús fundara un colegio en El Puerto de Santa María, porque los jóvenes van a instruirse al extranjero donde dejan la fe y las buenas costumbres. ¡Qué gran confianza en la capacidad educadora de la Compañía, qué gran aprecio a la educación, qué estima por la fe cristiana! Quede constancia de nuestro agradecimiento a ellos. Estos protagonistas de primera hora anudaron una relación fecunda y preciosa entre El Puerto de Santa María y la Compañía de Jesús; desde entonces, El Puerto, será mucho más que lugar de llegada para jesuitas desterrados.
Protagonistas han sido tantos jesuitas que, traídos por la obediencia a la institución, dejaron lo mejor de sí, de sus personas y saberes, en la monótona y no siempre gratificante labor escolar. Dejamos también constancia de nuestro agradecimiento porque escribieron la historia y la empujaron para mejor.
Protagonistas han sido la pléyade de alumnos que han pasado por las aulas, y que poniendo en juego sus capacidades, con más o menos voluntad, se prepararon para la vida, independientemente de que después, la fama, ¡tan caprichosa y efímera!, les haya reservado o no un puesto entre los grandes. También agradecimiento a ellos por sus esfuerzos, los que fueran.
Lo que nos corresponde a nosotros, a cada generación, es que la institución en su voluntad de permanecer y de adaptarse a los nuevos tiempos y retos, no pierda el alma. Se trata de que las inquietudes de los que la pusieron en pie sigan viva en la institución. Esas inquietudes fueron ayudar a vivir la fe cristiana, a la vez que se impartía cultura y se facilitaba la promoción a las nuevas generaciones. No se escatimaron medio, tampoco los materiales: Biblioteca espléndida, museo de CC. NN. y laboratorios, Iglesia y tallas de devoción.
Esas aspiraciones, fe, cultura y promoción, han estado ahí en el interior del colegio SAFA-S. Luis Gonzaga desde su fundación, han sido su alma que ha traspasado el tiempo. Este es el ser de nuestro colegio que nos corresponde cuidar, mimar, recrear siempre; nos corresponde a todos los que tenemos relación con él, porque siempre son tiempos nuevos y propicios para entregar a las nuevas generaciones una educación integral.
Nosotros, protagonistas, pasaremos, pero la nave colegial seguirá navegando. Le daremos buen rumbo sin moverse de la bahía gaditana. Mientras tanto, quede aquí constancia del agradecimiento a la Compañía de Jesús, de la SAFA y de todas las familias y alumnos de tanta generosidad, entrega y profesionalidad a los que han hecho posible el colegio y a los que siguen haciendo colegio cada día.